La luna brilla sin miedo a enamorar
su luz envuelve el cielo sin siquiera
un límite poder alcanzar.
Perplejo por su luz, sin comprender
que ocaciona mi atención, concentración,
calma, relajación, preguntas.
Hay momentos que siento más ganas
de la noche, que del día.
Su turbia luz embriaga mi mente.
Un nectar prohibido, un nectar.
Ahora soy un hombre más sediente
de este sentimiento... luna.